A 182 años de su siembra
Un balazo acabó con un héroe, pero no con su sueño
4
junio 2012
Hoy
se conmemora un año más de la muerte de quien en vida fuera
considerado el héroe de la independencia hispanoamericana, Antonio
José de Sucre, Gran Mariscal de Ayacucho
Viernes
4 de junio de 1830, muy temprano por la mañana, en el sendero
estrecho a Cabuyal, en las montañas, dentro del boscaje oscuro de
Berruecos, se observan algunas sombras de jinetes. Se oye una voz:
“general Sucre” y con ella suena un disparo, luego tres. De una
mula cae Antonio José de Sucre, lo último que se le escucha decir
es: “¡Ay balazo!”.
Así
relatan los libros de historia el último capítulo de la vida del
general de generales, el Gran Mariscal de Ayacucho. Esa emboscada fue
producto de la tensión política que se vivía en la Gran Colombia,
debido a la radicalización de los partidos Conservador, de tendencia
bolivariana y Liberal, de tendencia santandereana. Los conservadores
defendían la continuidad de Simón Bolívar como presidente,
mientras que los liberales tomaban una posición separatista y
antagónica al pensamiento de El Libertador.
El
asesinato de Sucre fue preparado semanas atrás, debido a que Bolívar
decidió renunciar a todos los cargos públicos en el mes de mayo,
siendo su natural sucesor el vencedor de los ejércitos españoles en
Ayacucho, revestido de una lealtad a toda prueba a las ideas
bolivarianas. Esta situación molestaba a sus detractores, reunidos
bajo la protección del vicepresidente de la Gran Colombia, el
neogranadino Francisco de Paula Santander, quien tenía la ambición
de reemplazar a El Libertador en el poder, y por ello le convenía la
muerte de este gran militar venezolano llamado por el propio Bolívar
“Abel de América”.
Hoy
a 182 años de ese acontecimiento, resulta preciso rescatar los
valores de Sucre que aún siguen vivos en todos los hispanoamericanos
quienes como él creen en la unión de los pueblos como herramienta
básica para la emancipación.
IDEAL DE GRANDEZA
En
Antonio José de Sucre se sintetiza el compromiso del hombre por un
ideal de grandeza, afirma el historiador Alexander Torres Iriarte:
“Su vida, pese a los reiterativos reveses y sinsabores propios de
un ambiente encarnecido por la guerra independentista, no melló su
propósito por la liberación de Nuestra América. Con luz propia y
hermanado con el ideal bolivariano, Sucre debe ser recordado como
disciplina y constancia, como espíritu de superación ante las
adversidades del destino”.
En
cuatro palabras Torres Iriarte señala el legado de Sucre:
perseverancia, disciplina, estudio y desprendimiento. “De carácter
severo y marcial se le tiene como un luchador incansable contra la
dominación extranjera. Defensor de los intereses de América, como
le manifestara en su momento al panameño José D. Espinar en 1821:
‘Siendo una misma la causa de los americanos es una misma causa
nuestra patria’. Y en otro momento lo ratificó al afirmar que:
‘Cuando la América ha derramado su sangre para afianzar la
libertad, entendió también que lo hacía por la justicia, compañera
inseparable. Sin el goce absoluto de ambas habría sido inútil su
emancipación’, cita el experto.
Ciertamente,
el héroe cumanés compartía el ideal bolivariano de la suprema
felicidad social e integración de los pueblos, que de alguna manera
ejemplificó en Colombia, Bolivia y Ecuador. En sus años de mandato,
trabajó en la organización de la Hacienda Pública, promovió la
libertad de los esclavos, el reparto de tierras a los indios y
trabajó en pro de la educación y la cultura. No cabe duda que ese
legado que nos dejó el Gran Mariscal de Ayacucho es fuente de
inspiración para la Revolución Bolivariana que lidera el presidente
Hugo Chávez.
UN SUCESOR FRUSTRADO
Antonio
José de Sucre en palabras del propio Simón Bolívar, sería su
sucesor. Algunos consideran este prócer como el símbolo de la
continuidad de Bolívar. Probablemente por esto en la reforma
constitucional de 1830 en la Gran Colombia, sus enemigos logran poner
la norma que para ser presidente o vicepresidente se debían tener 40
años, inhabilitándolo; y también es probable que esto haya sido la
causa de su posterior asesinato. Con Sucre vivo, continuaría la
visión política de Bolívar y la unidad de la Gran Colombia.
Esta
idea también la comparte Torres Iriarte, quien recuerda cómo
Bolívar, con una admiración y confianza casi paternal, lo manifestó
en vida, ante sus seguidores y detractores. “Decirle Abel de
América fue más que complaciente retórica. Era el convencimiento
de que en Sucre se concretaba sinceridad y entrega por la causa
revolucionaria”, comentó el también magíster en historia de
Venezuela Republicana.
Por
otra parte, el historiador afirma que en Bolívar y Sucre la causa
común era la pasión libertaria. “Allí está en mi opinión -en
la documentación y las acciones de Sucre se puede corroborar- entre
Bolívar y el cumanés inmortal. Coincidencia había entre las
palabras y las acciones, siempre ganadas para la libertad, es donde
reside el sello irrompible entre los dos grandes americanos. Por eso,
cualquier tentativa de los enemigos de El Libertador encuentra en
Sucre un opositor pertinaz. Pero debemos advertir que Sucre tuvo
ideas propias no era un mero reflejo del Padre de la Patria”.
Luego
de su crimen en Berruecos, los restos del Mariscal de Ayacucho
reposan en la Catedral de Quito. En este sentido, en un futuro no muy
lejano nuestro país pudiera solicitar su traslado. A juicio de
Torres Iriarte, “el traslado de los restos de Sucre a Venezuela,
sin desconocer su huella por la libertad americana, sería una gran
justicia para quien fuera en vida el sucesor de El Libertador, además
de símbolo de la unidad nuestroamericana que ahora florece. Juntos
nuevamente los dos titanes venezolanos en un mausoleo digno
construido por la Revolución Bolivariana, sería un ícono del
cambio de época que vivimos”.
INSPIRACIÓN PARA LA JUVENTUD
La
vida y obra de Sucre guarda gran significado para la familia de
Fundayacucho, ya que en 1974, al cumplirse 144 años de la muerte de
este héroe, por Decreto Presidencial número 132, nació el Programa
de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que un año después se convirtió
en la institución que conocemos hoy.
En
la actualidad, con 36 años de historia, casi 24 mil becarios y
becarias activos y más de 2 millones de estudiantes de educación
universitaria en el país, la juventud puede mantener vivo el
espíritu de Sucre asumiendo las cualidades que en vida demostrara.
En
palabras de Torres Iriarte, “deben ver en Antonio José Sucre un
paradigma, un modelo a imitar, más por su pertinaz accionar que a
los recursos empleados susceptibles de cambiar en el tiempo. Su
pensamiento y su actuación lo colocan como un revolucionario
convencido. Su ideario es propio de un hombre progresista, amante de
la libertad y defensor de las garantías ciudadanas. Enemigo de la
injusticia, fue apólogo de la igualdad y la unidad de Nuestra
América. Principios rectores hermanados con el Libertador, con sus
matices, y la generación de la Independencia, que los jóvenes deben
de tener presente”.
José
Caldera, estudiante de Geografía e Historia en la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador, becario desde el año 2007 y
miembro del Voluntariado de Fundayacucho desde 2008, admira a Antonio
José de Sucre por sus principios revolucionarios y preocupación en
una visión integracionista para América Latina. “Esta es una
lucha que sigue presente hoy más que nunca con el comandante Hugo
Chávez, quien busca el despertar de los pueblos oprimidos. Por eso,
los jóvenes debemos preocuparnos por generar una conciencia crítica
de identidad de nuestros procesos históricos”, afirmó.
Igualmente,
Ángela Marín, estudiante de séptimo semestre en la Universidad de
Oriente (UDO) en el estado Sucre y oriunda de esa ciudad, no dudó en
afirmar que el Gran Mariscal de Ayacucho fue un héroe que logró
sembrar ideales de igualdad y solidaridad que se mantienen vivos en
la actualidad.
Ambos
becarios resaltaron la transformación institucional que ha sufrido
Fundayacucho en los últimos tiempos, de una organización que se
comportaba como un banco, con una visión elitesca de sus
beneficiarios, a una organización incluyente, que ha logrado
universalizar la educación universitaria y generar espacios de
formación popular para grupos excluidos en el sistema anterior.
“De
Pichincha a Cumaná
Y
de Cumaná a Pichincha,
se
escucha cuando relincha
el
potro del Mariscal.
Doscientos
años después
vivo
está su pensamiento
y
el pueblo rebelde grita
Antonio
José no ha muerto”.
(Canción:
De Pichincha a Cumaná – Grupo Carota, Ñema y Tajá)
Fuente/Prensa Fundayacucho-Yorlet Acosta
SPOBMEES
SUCRE PRESENTE 03/06/2012
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